Monday, February 18, 2008

Capítulo Décimo Tercero




En el momento que los pies de Alver enfrentaron la podrida integridad del suelo que infestaba ese ser blanquecino, todas las sombras retrocedieron. La que le había dado la bienvenida dejó escapar un inaudible quejido de horror.
Alver se enfrentó a un aire que se hizo pesado como una losa, y que lo detenía como una gruesa telaraña, impidiéndole mantener la conciencia a cada paso dado.
Las sombras de alrededor murmuraron entre sí.
Alver prestó oídos. Después de todo, él era capaz de comprender todas las lenguas. Incluso ésta, que no se asemejaba a nada que el humano más perverso imaginaría, no tenía secretos para él.

No teme ante el Pálido. No está retrocediendo.

¿Qué dicen las estrellas de este hombre?

¿Cómo puede existir?


El Pálido, obviamente era este demonio que ahora se encontraba a un paso del impetuoso hombre que no dejaba a mirar a Musette, la Altísima.
La criatura siseó, y giró el rostro. Alver oyó a sus espaldas los gritos sofocados de los seres encapuchados.

Tal y como lo recordaba, en su ininteligible maraña de recuerdos perdidos e inconexos.
Una apología a todo lo corrupto que el universo puede crear.
Era como un muro de tentáculos retorcidos, enclaustrados en un cráneo abierto, que asemejaba horriblemente una concepción vagamente humanoide, todo en un blanco pútrido, que refulgía con el retorcerse de los apéndices.
La criatura volteó totalmente, y lanzó un chillido al aire. Las sombras cayeron de rodillas y se taparon las cabezas con las manos. Alver apenas si miró a la bestia que lo amenazaba. Para él, en ese momento aciago, no existía más que la mujer que él buscaba, que parecía dirigirle una mirada cargada de un sentimiento indescriptible, desde el blasfemo altar.

La criatura se irguió, y, extendiendo sus alas, hirió el aire nocturno del mundo de los humanos.


K`naghl Ngàah, arr Vagh`l Mgl`nafh Cthulhu. Fhtagn Cthulhu, Fhtagn.


Alver estaba en un éxtasis de desconocimiento, mezclado con sabiduría, pues si bien conocía y entreveía a la criatura, y además entendía el lenguaje del Pálido, el Lenguaje de los Profundos, el mismo idioma de las estrellas, no entendía lo que estaba pasándole ya al mundo. No entendía lo que pasaría con todo lo que un día creyó conocer.


Apenas comenzaba, con algunas agrupaciones étnicas del sur del África, y con escasas poblaciones cercanas a las oriundas Filipinas. Una ola de terror incomprensible atacó a los resabios de los más crédulos entre los humanos. De haberlo sabido, quizá Alver lamentaría las muertes que la locura colectiva comenzaba a cometer.

Y es que el sistema bajo el cual la mente de los humanos se manejaba estaba revelándose por fin, y cayendo a pedazos. Un ligero efluvio de la voz del Gran Antiguo haría perecer todo lo que conocemos, y en ese entonces, se oyó una millonésima parte de un susurro de él, que pasó por boca del la criatura de más allá de las estrellas, el Pálido, sirviente del gran Cthulhu.


Las estrellas braman de nuevo, es hora. Gran Cthulhu, sueña, Cthulhu, sueña.


Alver entendió todas y cada una de las palabras de la criatura, pero lo que hizo no fue atemorizarse, ni detenerse. Luego de permitirle hacer su cántico, él simplemente dio unos pasos más, y… rompiendo toda ley del universo que conocemos, atravesó la estructura física del Pálido sin obstáculo alguno.
En el momento que su cuerpo estuvo dentro del de la criatura, el aire se condensó todo en una tormenta inabarcable, que distorsionó sus sentidos.
La vista se nubló, dejando toda imagen a la que tenía acceso, como si la viese a través de un cristal empañado, en perpetua vibración.
Un rumor hizo sucumbir las envolturas de la realidad, pero él no dudó.

Cuando su esencia salió de ese ámbito de tormentas, y pisó de nuevo, fuera de la criatura, El altar donde reposaba Musette había cambiado.
Pero no era lo único. El sordo rumor siguió arañando su cerebro, retumbando todo lo que penetraba por sus sentidos.

El altar, donde otrora fuese un horrendo festín de aberraciones, ahora era tan sólo una cúpula de cristal, que dibujaba, cual reloj de arena, el límite del suelo.
Sí, de este suelo en el que las estructuras del mundo vivo ya desaparecieron.
Alver mordió los labios. Miró hacia abajo y alrededor. El piso había perdido toda la contextura del pasto malsano y negruzco, y sólo podía verse ahora un infinito piso blanco, uniforme y estéril, que vibraba débilmente, siendo sacudido por el lejano rugir del cielo.

El Pálido, y los seres encapuchados ya no estaban. Lo único que se podía ver en este mundo era el altar de cristal. Más allá de él el cielo ofrecía unos matices violáceos, como relámpagos en un cielo nocturno. Pero nada perdía su blanco de muerte.

En el cristal ya no estaba Musette.

Al fin y al cabo, eso era lo único que este hombre deseaba. Verla una vez más, a los ojos, como fuera. Quizá eso lo hizo correr hacia la estructura de cristal, la cual comenzaba a resquebrajarse fruto del continuo vibrar del suelo.
Y así fue. Antes de que él pudiese llegar a esa forma brillante, el cristal se destruyó por completo, y los trozos que saltaban al suelo eran absorbidos como si llegaran a un medio líquido. Sin embargo, algo estaba roto en Alver. Diríase, en lenguaje que los mortales puedan entender, que él ya había perdido lo que de humano tendría su mente.
Simplemente no sentía miedo.
Sus pasos resonaron, enfrentando el trueno, y él siguió adelante, como si quisiera horadar el cielo de tormenta.
El problema es que el suelo se truncaba justamente detrás de la estructura que acababa de desaparecer, y dejaba solamente una pared que descendía infinitamente, mezclándose con un cielo que debajo, horrorosamente vomitaba un negro ocre y malsano.
Alver cayó, o al menos eso podría decir el mundo, y el vulgo de las personas.
Realmente, aunque sea algo sin lógica, él simplemente siguió corriendo. La pared se convirtió en suelo, y la negra tormenta en una cortina hacia la cual se dirigía con denuedo y decisión, con los ojos brillantes y una sonrisa demente.

Fue en ese momento que los truenos tuvieron un coro junto a sí.
Aullidos poderosísimos llenaron todo lo que los sentidos de Alver llegaban a penetrar, y justamente cuando él levantó la mirada, una miríada de criaturas, idénticas a la que viera antes de llegar a éste mundo, a la brecha entre la Tierra de los Sueños, atravesaban el cielo en un vuelo raudo.
Indómitos, el ejército de seres se enfrentaba a la tormenta negra, y cada uno desaparecía por completo, sumergiéndose en la nada infinita hacia la cual también Alver corría.

El concierto de gritos, aullidos y truenos siguió, mientras Alver descendía la velocidad de su carrera y dejaba que el cielo se hiciese negro en torno a él.
Aquí adentro, los aullidos de los Pálidos, que otrora viniesen cargados de un odio irrefrenable y un poder incalculable, se quebraban, y ese silbido se convertía en algo traducible como un grito de dolor.

Sí, era dolor y destrucción. El universo se convirtió en un espejo donde la muerte más horrible se repetía a sí misma una y mil veces.
Alver, pese a que estaba ciego ya, no dejó de avanzar.

El suelo, en este mundo de sombras, era horrible y tétrico. A cada paso que el hombre daba, sentía como si unos dedos delgados tratasen de penetrar en la estructura de sus pies, y detener su paso. Y un murmullo corría desde este suelo. Era una murga hecha de blasfemia, que trataba de detener a aquél que había visto la Tierra de los Sueños.

Alver no tuvo miedo, empero. Y tan sólo siguió, lentamente, avanzando. Su rostro exhalaba una locura que ni el miedo más grande ya sería capaz de romper.

Y en ese paso, el que él creó para sí, la sombra se distendió, dejando que la tormenta, que estaba encima, alrededor y en todo, torturara a los mensajeros.
Pero Alver no podía ser detenido. Nada en este mundo era capaz de sobrellevar la locura que él poseía. Así lo comprendió la tormenta, y le dejó el paso libre.

Pudieron pasar millones de años, pues este extremo de la realidad ha desaparecido desde hace demasiado, y aún lo que Alver pisó no era más que un espejismo, una sombra de una existencia previa, de la cual no quedaba nada, sino una pesadilla corpórea.

Y esa pesadilla fue lo que Alver vio, cuando su cuerpo asomó desde la sombra profunda, y sus ojos contemplaron la entrada a la Tierra de los Sueños. El suelo blanco volvió, y se extendía, cual alfombra infinita, hasta un horizonte desde donde brotaban sombras extrañas e inimaginables, que, él recordó, con un escalofrío, como aquellas que se elevaban desde la Ciudad Muerta.

De pronto, justo en el momento que los aullidos cesaron, el retumbar del cielo se hizo mucho más intenso, y la tormenta, por fin cobró forma.

Alver la miró, por un segundo apenas, porque el cielo se hacía rojo como sangre, y de él brotaban misteriosas figuras que sonsacaban la cordura, como imágenes de millares de ojos rabiosos, y bocas entreabiertas, con colmillos afilados, destruyendo el universo.
Todo este cielo de convulso dolor se retorcía, devorándose y alimentándose de sí mismo, y los truenos se revelaron como los gritos que lanzabas las bocas malditas.

El humano que osó pisar, ésta, la frontera de la Tierra de los Sueños, desvió la mirada, y entonces comenzó a correr nuevamente. Los ojos no lo atemorizaban. Tampoco las maldiciones que ahora se oían claramente desde la tormenta roja.
Él ya no podía pensar en nada más, pues cuando apenas acababa de salir de la oscuridad, una estela de luz pasó junto a él y una mirada, sólo una, se posó en sus ojos. En ella estaba contenida mucha más fuerza de la que la tormenta jamás tendría. Una sonrisa lo cubrió, y lo reconfortó, en su demencia.

Y la mano tendida de Musette lo invitó a seguir a su lado, en el vuelo que ella realizaba, rauda, hacia la Tierra donde ambos se separaron cuando el mundo todavía permanecía en paz.

19 comments:

Corven Icenail said...

Quisiera abandonar la sombra de incertidumbre que me ha rodeado durane estas semanas, y volver a creer que soy alguien en verdad.

Pero he aquí que me siento real de nuevo, y tengo ésto, mi arte, dedicado a la mujer que me inspira odos los días y me hace sentir vivo en verdad. Esto es para Musette.

Arcueid said...

la verdad despues de leer bien todo esto, estoy sorprendido finalmente la cosa ira en serio en el mundo que conocemos no?

no puedo esperar a leer tu siguiente capitulo

�salve Corven Icenail!

S-17... said...

Bueno, que alegría leer este cap. poco despues del anterior. Las cosas engranan mejor, aunque aun no entiendo muy bien el papel de Mussete. Pero, creo que como la altísima, aun tiene mucho por hacer. Como siempre esta historia me deja con muchas dudas y queriendo leer más. Espero con ansias la próxima entrega.

Que tengan bellos días. ^^

Anonymous said...

buena cosa

Rafaela Rada Herrera said...

me congelas las sangre mi dulce Corven

Corven Icenail said...

Arcueid, mi mecenas, te bendigo, condenado. Espera nomás hasta la próxima. Entonces veremos...

Sade, qué gusto que por fin aparezcas por estos lares (ojalá y también hayas reaparecido en tu tierra)

Necro 666, agradezco el comentario, tanto como la lealtad a toda prueba que tienes.

Musette, tú hielas la mía, mi hermosa

Rafaela Rada Herrera said...

amore mio... tenemos que promoicionar más el blog..

Anonymous said...

Corven Icenail me duele mucho lo que voy a decir y se que mas de uno pensara que estoy loco. Como capítulo me parece de lo mejor que has hecho, es maravilloso y tiene tu estilo inconfundible pero con descripciones claras donde no hay perdidas en divagaciones sin sentido. Repito me gusta, mejor dicho me encanta pero creo estas abusando de los viajes oniricos. No has respetado la norma de "que valga la pena". Nos dejaste con la intriga en el capítulo pasado para volver a dejarnos con la miel en los labios y personalmente no me has aportado nada nuevo en la historia. No quiero ser estupido pero pienso que te has regodeado en tu propio arte sin llevarnos a ningun lado. La linea argumental también tiene su importancia y no puede haber esos cambios de velocidad que a la larga aburren. Si veo a la mujer amada desnuda una noche lo recordare mientras viva, si la veo todos los días desnuda la recordare vestida XD. Siento haberme extendido y no es mas que una simple opinión sin mas importancia.

Marcelo Carter said...

Ahhhhhhh,hola,Sembrandokaos. xD


Corven,valió la pena la espera ,pies mas allá de la constructiva critica de Sembrandokaos aquí presente,discrepo un tanto ,pues es lo que estas manejando en estos momentos y es a lo que te quieres referir,a mi me encantó,solo que..

¿es posible que salga yo?,asi como salió Musette xD xD

(Broma9

saludos,Corven y para tii también,Sembrandokaos y para

todooo el muuundoooo xD xD


PD:Por cierto ya quiero continuar el capitulo en la mano negra....

Anonymous said...

aqui hay muchas letras.

Corven Icenail said...

Oh, SembrandoKaos, te necesitaba y te agradezco mucho, como siempre ha sido, por los valiosos consejos. realmente eres de los que podría contar como "las 5 personas a las que les hago caso si me dicen algo", valga la pena, pues si sabes perfectamente tus razones, y eres quién para decir acerca de mi obra. De todas formas, espero que observes los siguientes capítulos porque ya estamos llegando al final y verdaderamente quisiera contar contigo acá.... y tu cita de la mujer amada no podría ser más cierta... jejejeje....

Carter, hermano, quieres que haga una reaparición de Marcelo, el persoaje enloquecido por un libro que tiene más vida que él mismo... es un poco tarde...

Otaku Ofendido, a qué te refieres?? un libro no debería tener PALABRAS???

Rafaela Rada Herrera said...

no puedo creer que el otaku entro º_º

Rafaela Rada Herrera said...

ya no entra Corven....-_-'

José Luis said...

Saludos señor Icenail

Supongo que ya ha debido ver mis post en el blog de sus esposa.

Mi nombre es José Luis, quería dirigirle un cordial saludo, además de tomarme más tiempo en leer su extensa novela.


atte. José Luis.

Rafaela Rada Herrera said...

SUPER!!!

que bueno que entraste!

Anonymous said...

que buen capitulo
te has rajado chango.

Corven Icenail said...

Gracias, Necro, hermano. Cuándo será que podemos verte el rostro?

Mary Lovecraft said...

Teniendo en cuenta la crítica constructiva de nuestro querido SembradoKaos, he de decir que yo disfruto muchísimos con estos viajes oníricos de Corven porque sus descripciones tan extensas, ricas y detalladas, intensas, etéreas y a la vez tan palpables...hacen que lo sienta tan real que ya sólo por eso merezcan la pena una y mil veces pero bien, ¿tal vez nos podamos perder en esos viajes si vienen tan de seguido? sólo lo sabríamos una vez finalizada la historia pues así es que sabríamos si todos esos viajes eran necesarios en cada momento vividos, o no...vamos, es mi humilde opinión.

Sea como fuere, me sigues sorprendiendo (y me consta que me seguirás sorprendiendo siempre) cada vez que te leo, querido Corven.

Besos a todos,
Mary, desde el Averno.

p.d.: ahora sí reposo un poco la historia, que me gusta que lo transmitido fluya dentro de mí, y en un ratito sigo.

Corven Icenail said...

Oh, Mary, verás que los comentarios de Sembrando son mucho mas constructivos que lo que se imaginan, y personalmenteyo le tengo un giganteso respeo porque siempre comprendió lo que yo quise transmitir. Ahora bien, tú, una escritora de primer nivel me lo recalcas, es perfectamente admisible, y hace que el giro que actualmente tengo se haga más firme.

muchas gracias por aconsejarme, y miles más por leerme, Mary.
Cuídate, y hasta quen os volvamos a leere, mi querida amiga.