Tuesday, April 24, 2007

Preludio

En realidad, es comprensible, entendible, y hasta misterioso, que el Segundo Oficial Johansen enloqueciera después de aquél fatídico día, en el que vio al horror desplazarse por el cielo cual tormenta negra de desdicha solitaria y vagabunda.

El misterio es el hecho de que los sueños no lo hayan destruido, noche tras noche. El misterio, desentrañado, no deja más que una vacía y quebradiza cáscara de locura. Una mente rota, llevada hasta la inconciencia. Hasta donde las grises llamadas de los hombres no calman los gritos. Hasta donde la mente ya no tiene salvación. No hay salida de la cárcel, de aquélla que está en ése desierto, plagado de bestias incognoscibles.

Fue hace cuarenta años, cuando la tormenta más grande se cernió sobre nuestro desdichado mundo.
En aquél entonces, cuando las nubes grises avanzaban temerosas, los Sacerdotes de la Orden danzaban como extasiados. Los pálidos espectros que reclamaban sus víctimas habían vuelto, todo en rededor. El tiempo se estaba acabando.
¿Cuánta sangre, cuántas víctimas, cuántas almas han sido resignadas a estos mensajeros desde siempre, y cuántas más cayeron en el abismo en esos malditos días?

El giro más cruel del destino, surgido jamás desde que el hombre es hombre, fue el que llevó a la tripulación del Alert, perdida, hasta aquél sitio de pesadilla, donde la lógica perdía todo sentido. A esas murallas hechas de muerte carcomida y llevada hasta una horrible putrefacción.
A aquellas columnas gigantescas más allá de lo imaginable.
Hacia la oquedad negra y enorme, como el cielo nocturno.

Hacia la puerta del Conquistador.
¿Cómo fue que Johansen pudo sobrevivir? ¿Cómo su corazón resistió esa visión?

Desde lo profundo, aquel día, el grito se dejó oír, por todo el mundo, y para todos aquellos que pudieron comprenderlo, con sus pequeñas mentes retorciéndose de dolor, toda esperanza se rompió.

El Gran Conquistador, el Sacerdote de la Ciudad Muerta, el gran Cthulhu, aulló ante el cielo gris que le otorgaba su bienvenida.

Ahora, como el destino de sus propias estrellas lo habría augurado, Cthulhu duerme aún.

Lo que Johansen vio, esa visión que por siempre le destruyó el alma, no era más que un preludio, nada más que un anuncio de lo que va a ocurrir, y los hombres ignoran, porque como dijeron las Sagradas Palabras del Libro:

“No está muerto lo que puede yacer eternamente, y en las oscuras profundidades de lo desconocido, hasta la muerte puede morir”

Monday, April 23, 2007

Un día

Ya no falta nada........................................